“¿Sabes Mirar?”

Revolución o Transformación: 

Un Viaje de Mirar a Ver

 

itstime_tothink, THINKGLAO, Palacio de la Prensa, Madrid 25 de septiembre de 2024

 

 

 

 

 “¿Sabes Mirar?”

Revolución o Transformación:

Un Viaje de Mirar a Ver

 

Introducción

 

En una era de rápidos avances tecnológicos, agitación social e interconexión global, los conceptos de “revolución” y “transformación” son más relevantes que nunca.

 

Los jóvenes de hoy a menudo se sienten atraídos por ideales revolucionarios como una forma de generar cambios rápidos y radicales en sus sociedades. Sin embargo, la historia nos muestra que, si bien las revoluciones pueden desmantelar estructuras existentes, a menudo no logran traer cambios duraderos en los individuos y las comunidades.

 

En contraste, la transformación —un proceso más lento y profundo— se enfoca en cambios internos que se extienden hacia el exterior, impactando a la persona y la sociedad de maneras más significativas. Implica un cambio profundo y radical, a menudo repentino o intencional, en algo o alguien. Se refiere a un proceso que altera la esencia o naturaleza de lo que se transforma. En el contexto espiritual o personal, es un cambio de conciencia, de valores o de identidad. En términos sociales o culturales, puede referirse a una modificación estructural en las creencias, costumbres o paradigmas.

  

 Por ejemplo: Un individuo que pasa por un proceso de transformación personal puede cambiar completamente su manera de ver el mundo, dejando atrás viejas creencias y adoptando una nueva forma de vida.

 

Exploremos los matices filosóficos, sociales, históricos y religiosos entre revolución y transformación, y examinemos sus implicaciones a través de las lentes de la política, la espiritualidad y el pensamiento posmoderno.

 

 

Revolución o Transformación: Definiciones y Distinciones

 

El término “revolución” se asocia a menudo con movimientos políticos radicales que buscan derrocar estructuras de poder existentes. Históricamente, revoluciones como la Revolución Francesa (1789), la Revolución Rusa (1917), la Revolución Cubana o la más reciente Primavera Árabe (2010) se caracterizaron por la movilización masiva, la violencia y el deseo de un cambio sistémico. Sin embargo, estas revoluciones, a pesar de sus éxitos iniciales, a menudo resultaron en ciclos de cambios de poder sin lograr las transformaciones sociales profundas que sus líderes y seguidores imaginaban.

 

La transformación, por otro lado, sugiere un proceso de cambio más gradual y holístico. Implica un cambio interno en la conciencia, los valores y la comprensión que conduce a alteraciones sostenibles en el comportamiento, la cultura y las estructuras sociales.  

Filósofos y pensadores de tradiciones espirituales orientales como Jiddu Krishnamurti y occidentales como Santa Teresa y San Juan de la Cruz, enfatizan que la transformación no trata solo de cambiar el mundo externo, sino de un profundo viaje interno que cuestiona la misma naturaleza de la existencia humana.

 

La diferencia entre revolución y transformación es similar a la diferencia entre “mirar” y “ver”.

 

Mirar vs. Ver: Una Metáfora para Entender el Cambio

 

“Mirar” es un acto superficial, objetivo, una observación sin profundidad, a menudo limitada a lo que es inmediatamente aparente, pero, aun así, podemos orientar nuestra mirada.

 

En contraste, “ver” requiere profundidad, percepción y una comprensión que trasciende la superficie. “Ver” implica involucrarse plenamente con lo que está presente, entender el contexto, la historia, lo espiritual y las fuerzas subyacentes en juego.

 

La revolución puede compararse con “mirar”, busca soluciones rápidas y cambios dramáticos, pero a menudo no aborda los problemas más profundos de las dinámicas de poder, el condicionamiento social y el comportamiento humano. La transformación, sin embargo, se trata de “ver”, comprender las causas raíz de los problemas sociales, las contradicciones inherentes en las ideologías y las formas en que la conciencia personal y colectiva moldean las estructuras sociales y personales.

 

El pensamiento posmoderno nos alienta a ir más allá del pensamiento binario y reconocer la complejidad de nuestro mundo. Sugiere que tanto la revolución como la transformación tienen su lugar, pero nos invita a una indagación más profunda sobre qué tipo de cambio existencial buscamos realmente.

 

 

Cambio vs. Evaluación:

La Necesidad de la Transformación Interna

 

En el discurso contemporáneo, el “cambio” a menudo se presenta como un proceso positivo y necesario. Sin embargo, el cambio puede ocurrir en múltiples niveles, o paradigmas y no todos los cambios son inherentemente beneficiosos. Un cambio en la política gubernamental podría denominarse un “cambio”, pero si no está arraigado en una comprensión profunda de las necesidades sociales, puede simplemente perpetuar las desigualdades existentes.

 

Aquí es donde entra el concepto de “evaluación”. La evaluación es un proceso reflexivo que cuestiona la eficacia, moralidad y consecuencias de cualquier cambio. Por ejemplo, la filosofía de la resistencia no violenta de Gandhi, o “Satyagraha”, no trataba solo de resistir el dominio británico en la India, sino de una evaluación más amplia de cómo la violencia, la opresión y la injusticia están entrelazadas en el tejido de la sociedad. Gandhi enfatizó la transformación personal, el trabajo interno de la verdad, la no violencia y la auto-purificación, como base para cualquier transformación social significativo.

 

En contraste con las revoluciones que se centran en alterar las estructuras de poder externas, los movimientos transformadores invitan a una evaluación continua de las creencias, valores y acciones. Como señala el filósofo Michel Foucault, la verdadera transformación implica una “tecnología del yo”. Prácticas que fomentan la autoconciencia, el pensamiento crítico y la capacidad de navegar las complejidades de la vida contemporánea.

 

Perspectivas Políticas, Sociales y Religiosas

 

 

La diferencia entre revolución y transformación también se manifiesta en contextos políticos, sociales y religiosos. Las revoluciones políticas a menudo reemplazan una forma de autoridad por otra, sin abordar problemas más profundos de poder, desigualdad y justicia.

 

La política transformadora,  imaginada por figuras como el Reverendo Martin Luther King Jr. o Nelson Mandela, busca construir sociedades inclusivas basadas en la empatía, el diálogo y una visión compartida del futuro.

 

Las transformaciones religiosas a menudo siguen un patrón similar. En el budismo, el concepto de Vipassana (meditación de la visión clara) se trata de ver la realidad tal como es, una práctica transformadora que cambia no solo el paisaje interno del individuo, sino también su relación con el mundo. Conceptos que volvemos a encontrar en la espiritualidad humanista de Santa Teresa y San Juan de la Cruz.

 

Socialmente, movimientos como el feminismo, el ambientalismo y los derechos de género, han pasado de comienzos revolucionarios a procesos transformadores que abordan las complejidades de la identidad, el poder y la justicia. Estos movimientos reconocen que cambiar leyes y políticas es solo el primer paso; la verdadera transformación requiere un cambio en las actitudes sociales, las narrativas culturales y la conciencia individual. Un tema muy polémico y presente en la sociedad actual.

 

 

¿Podemos transformar un paradigma?

 

Un paradigma es un conjunto de creencias, suposiciones o modelos que moldean la manera en que las personas entienden el mundo. Los paradigmas influyen en cómo se percibe la realidad y cómo se toman decisiones.

 

Sí, es posible transformar un paradigma, aunque esto generalmente implica un proceso complejo que requiere modificaciones en la conciencia colectiva.

 

Para transformar un paradigma, es necesario que un número significativo de personas cuestione las creencias dominantes y esté dispuesto a aceptar nuevas ideas o formas de ver el mundo.

 

Innovación: Muchas veces, un paradigma cambia cuando surgen nuevas ideas, descubrimientos o tecnologías que demuestran que el paradigma anterior es insuficiente o incorrecto. Un ejemplo clásico es el cambio del paradigma geocéntrico al heliocéntrico en la astronomía.

 

Crisis del paradigma existente: A menudo, los paradigmas se transforman cuando el sistema actual ya no puede resolver los problemas que enfrenta. Esto puede generar un momento de crisis que motiva a buscar nuevas soluciones y por lo tanto, una modificación en el paradigma.

 

Thomas Kuhn, en su obra "La estructura de las revoluciones científicas", describe cómo en la ciencia, los paradigmas se transforman en momentos de crisis, cuando las anomalías que no pueden ser explicadas por el paradigma vigente llevan a una "revolución científica" que introduce un nuevo marco de referencia.

 

 

Ejemplo de transformación de un paradigma

 

Un ejemplo contemporáneo es el paradigma medioambiental. Durante siglos, el ser humano ha operado bajo un paradigma de explotación de recursos naturales sin considerar sus efectos a largo plazo. Sin embargo, con el avance de la crisis climática, este paradigma está siendo transformado hacia uno de sostenibilidad, que valora el equilibrio ecológico y el respeto por el medio ambiente. Esta modificación en el paradigma requiere una transformación en la manera en que las sociedades ven su relación con la naturaleza.

 

La transformación puede ser vista como un cambio profundo, mientras que la evolución es un proceso más gradual. Cuando hablamos de transformar un paradigma, nos referimos a la capacidad de modificar profundamente las creencias y modelos que dominan la forma de entender el mundo. Aunque este proceso puede ser difícil, es posible, especialmente cuando se enfrenta una crisis o cuando las nuevas ideas encuentran aceptación.

 

 

Implicaciones para una Generación Posmoderna

 

Para los jóvenes que navegan las complejidades del siglo XXI, el llamado no es a la revolución, sino a la transformación. Pensadores posmodernos como Jean-François Lyotard y Judith Butler enfatizan la fluidez de la verdad, la identidad y el poder. Ellos alientan a los jóvenes a mirar más allá de los metarrelatos de revolución y explorar las múltiples capas de sus experiencias, creencias y aspiraciones.

 

La transformación comienza reconociendo la interconexión de todas las cosas: que el bienestar personal está vinculado a la justicia social, la sostenibilidad ambiental y una cultura de paz y amor universal. No basta con desmantelar viejas estructuras; también debemos cultivar nuevas formas de ser y relacionarnos, que estén arraigadas en el amor, el perdón, la empatía, la comprensión la compasión y el respeto mutuo.

 

 

Conclusión

 

La revolución puede desmantelar, pero la transformación construye. En un mundo que cambia constantemente, la pregunta más profunda que debemos hacernos no es cómo cambiar la sociedad, sino cómo transformarla desde dentro.

 

Es hora de pasar de “mirar” los problemas del mundo a realmente “verlos” y, más importante aún, vernos a nosotros mismos como la parte fundamental de la solución.

 

El futuro no reside en revoluciones que cambien el mundo externo, sino en transformaciones internos que mutan la esencia misma de quienes y lo que somos, evolucionando tanto como individuos como colectividad.

 

 

Frederik Takkenberg

 

Batuecas, 23 septiembre 2024